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eGlobalPress.net: Tyce (Guadalajara)

2012-12 09
Seguimos de cerca a El Blog del Dr.gas (no oficial) para intentar llevar al día las noticias en la page. Su rapidez nos deja perplej@s.
Esta también está sacada de dicho Blog (eskerrikasko)

Humildad Y Rock & Roll

Aunque la actualidad resulte muy jugosa hoy he decidido darme un homenaje. Voy hacer oídos sordos al tema de concejal de Nuevas Tecnologías de Burgos, que por si no lo saben ustedes parece ser que ha cargado una factura de 207.000€ de teléfono al consistorio. Tampoco quiero saber nada de elecciones Vascas o Gallegas, hoy voy hablar de aquello que más me gusta, hoy toca MÚSICA.

El pasado sábado 20 de octubre fue un día de los grandes, de esos que se marcan en rojo en el calendario y no defraudan. Por la mañana con todo un genio de la comunicación y su particular visión de la Justycia, y por la noche otra lección de humildad... y Rock & Roll. Y con permiso del gran Ubaldo, y del evento de la mañana, que ya nos relata con mucho acierto y cariño otro de nuestros insignes columnistas, quiero hablar de Rock & Roll.

De que iba a ser una gran noche de Rock'n Roll estaba convencido, pero de la lección humildad no se había anunciado nada. El lugar elegido fue el espacio TYCE de Guadalajara. La hora las 22:00, y el artista Enrique Villareal.

Para aquellos que no lo conozcan, este individuo tiene tras de sí 30 años de buena música, es un erudito en historia y en su currículo vitae se puede leer varios discos de todos los metales preciosos posibles, el último hace apenas 2 años, además de decenas de composiciones fácilmente reconocibles por la mayoría de ustedes. Enrique Villareal comparte con Mick Jager y el feo de los Calatrava el honor de copar el top ten de las listas de artistas de rara belleza. Cincuentón y con barriga cervecera que no teme mostrar, es seguro que no le veremos en un anuncio del Sabadell, en todo caso en el de alguna ONG o campaña en pos de los derechos fundamentales, aquellos de los que hablan la mayoría de sus canciones. 25 años atrás, cuando la policía todavía vestía de marrón y la palabra "maltrato" ni siquiera estaba el RAE, él y su banda ya cantaban contra el maltrato a la mujer. En la última década sus conciertos anunciaban el 016 como parte del decorado del escenario y provocaban que miles de almas corearan al unísono proclamas a favor del derecho de las mujeres, la inmigración y las clases desfavorecidas. Si todavía no le reconocen es porque me guardo su nombre de guerra para el final.

No hace más de un par de años, llenaba recintos, pequeños y multitudinarios, cuentan que en una ocasión el público decidió al unísono saltar en tromba al escenario para sacarle a él y a su banda a hombros del recinto, y antes de que los músicos pudieran reaccionar se encontraron transportados por la multitud a las afueras de la sala.

Menos de un año después de la ruptura con la banda de al que participó de 29 años de éxito, Enrique se plantó en Guadalajara con la guitarra colgada del hombro. Salió al escenario sólo, como esperando el juicio del público, y desenchufado se atrevió con una canción de las de toda la vida. Antaño, esa canción con la que Enrique decidió abrir el show, suponía el inicio de un vendaval que no dejaba indiferente a nadie. El sábado, esa canción sonaba a una disculpa. Es difícil saber que se le pasaba por la cabeza en ese momento al músico, en la sala no habría más de 80 personas, y los primeros aplausos sonaron tímidos e interrogantes. Alguien se me acercó y al oído, como temiendo que le escuchara el músico, me dijo que no sonaba igual. Pero todo tenía una explicación, la canción, de título "Sean bienvenidos" no era más que una tímida presentación con la que parecía darnos las gracias por acompañarle en su nueva historia a la que titula "Te cantamos las 40".

Y así fue, casi tres horas de espectáculo, en el que se vio a un músico disfrutando todo el show, sonriendo y paseando como si estuviera por el salón de su casa, y sobre todo, dando una lección de humildad. Es fácil acostumbrarse al reconocimiento, al aplauso y al éxito. Con mucho menos de lo que Enrique nos pudiera contar, hay gente que piensan como divos y se comportan como iluminados del siglo XXI que se atreven a dar lecciones.

39 canciones después de esa tímida bienvenida concluyo el show. Hacia la 1 de la madrugada por el cuerpo de los aproximadamente 150 asistentes que finalmente acudimos recorrían miles de notas eléctricas, contundentes. En la cabeza se agolpaban sensaciones y proclamas, y sobre todo, un indescriptible estado de bienestar que sólo se da cuando uno es testigo de algo grande.

Es seguro que existe una canción para cada día, para cada momento y para cada persona, y las canciones no son ni buenas ni malas, solo describen el momento en el que cada persona la escucha. Una canción es un secreto que cada uno guardamos en nuestro baúl, que protegemos y no la llevamos puesta, es la banda sonora íntima de nuestra vida, y parte importante de nuestra existencia, por eso nos gusta la música, porque nos hace sentir y vivir, y cada canción es escuchada, vivida e imaginada de tantas formas distintas como personas participan de ella.

Con independencia del estilo, a un artista grande se le ve cuando se sube a un escenario, y es ahí donde Enrique se encuentra "a gusto", algo que nos repite continuamente. Quien disfrute del Rock & Roll no puede dejar de regocijarse de momentos como los que Enrique nos ofrece en sus bolos, como a él le gusta llamar a sus shows, y a quien guste de la música es obligado recomendar que invierta 18 euros en vivir cada segundo de un concierto que difícilmente olvidará. Quedan pocos artistas como Enrique, sin escenarios ostentosos, luces cegadoras o humo. Abalorios innecesarios que quedan muy bonitos pero que no encadenan una sola nota musical.

Es difícil es tener los pies en el suelo cuando alguien reconoce tu trabajo, y más difícil todavía tiene que ser mantener la humildad cuando eres testigo y protagonista del aplauso de decenas de miles de almas y una noche saltas al escenario y te encuentras con tan solo un puñado de amigos.
Si algo admiro y envidio de las personas es la humildad, y por eso me decidí a escribir este artículo. La humildad es un extraño don del que carecemos la mayoría de las personas, y la humildad fue la lección y el recuerdo que yo me guardo de lo vivido esa noche.

Gracias Enrique por una noche de Rock & Roll... y una lección para toda la vida.

Por cierto, su nombre de guerra es "El drogas", lo cual, como todo lo que compone, no deja de ser una paradójica metáfora de lo que esconde tras de sí.


Texto: Juan José Lanuza volver