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Prólogo al libro "Suelas de caucho" de Kike García y Elena Cuartero

2012-06 26

La edición de 1979 de “Los topos” (Manu Leguineche y Jesús Torbado) comienza con la siguiente cita de Gabriel Jackson: Algún día, con un cambio de régimen, el mundo se enterará abiertamente de los crímenes que hoy sólo pueden ser deducidos por evidencias fragmentadas y pobremente documentadas”.

El cambio de régimen se dio hace treinta años y todavía se puede afirmar que se están dando los primeros pasos en el reconocimiento de aquella masacre llamada por los vencedores “cruzada”. Esta es quizás la gran diferencia entre Franco y sus amigos coetáneos Hitler y Musolini. Mientras nazis alemanes y fascistas italianos invadieron países ajenos a los suyos (lo que provocó exaltaciones nacionalistas y resistencia organizada en dichos países) en España los vencedores se afanaron en exterminar a los “enemigos”. La fórmula empleada se utilizó de manera sistemática en cada pueblo, en cada ciudad. Las palabras del general Mola (el director) “(…) La acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo (…) aplicando castigos ejemplares…” fueron la consigna a ejecutar. Posiblemente existan dudas razonables para creer que Mola no calculó el fracaso del golpe de estado (como realmente hay que denominar al “alzamiento”) pero también es evidente que su consigna fue utilizada hasta la muerte del que fuera su jefe, Francisco Franco.

Estas medidas represivas se daban en todos los ámbitos; político, jurídico, social, educativo. Hasta un equipo de siquiatras realizó una serie de estudios psicológicos para llegar a la conclusión de que los marxistas eran retrasados congénitos. El responsable de este equipo de psiquiatras era una eminencia en este terreno: el doctor Antonio Vallejo Nágera. También aquí podemos incluir las declaraciones del arquitecto responsable de la compañía Huarte y Cía en los trabajos de construcción del Valle de los Caídos, Diego Méndez acerca de los prisioneros que trabajaron en la construcción de la cruz: “…eran tan primitivos, tan primitivos, que hacían las cosas como puede hacerlas un bicho cualquiera, sin conciencia ninguna de lo que hacían (…). Consecuencia de la guerra y de su estado intelectual, muy bajo (…)”. Ignoraba el arquitecto que en la construcción de aquél ridículo monumento trabajaron desde médicos a maestros, albañiles, campesinos y un muy largo etcétera. Esta compañía constructora, como otras muchas, se aprovechó del Sistema de Redención de Penas por el trabajo para explotar y enriquecerse gracias al trabajo en régimen de esclavitud que diseñó el jesuita Pérez Del Pulgar. Los presos políticos eran los únicos a los que se les podía obligar a trabajar en condiciones infrahumanas y presentar esa explotación como un gran favor del régimen franco-fascista.

 

Los hijos e hijas de represaliados y asesinados republicanos también fueron utilizados en esta represión. Un gran número de mujeres presas (a las que nunca se reconoció el calificativo de “políticas”) vieron cómo hacían “desaparecer” a sus criaturas. Las adopciones por familias vencedoras fueron masivas (sirva de ejemplo la historia del Orfanato Santa Isabel de Pamplona), además del acoso sufrido mediante la oficina de Asuntos Exteriores del régimen franquista en el secuestro y regreso a España de niños y niñas diseminados por Europa, de manera especial en Francia. Aquí el mencionado “estudio” de Vallejo Nágera sirvió de base para esta separación ya que era necesario aislar a los menores del posible contagio del comunismo. Todo esto auspiciado y defendido por la iglesia católica que desde un primer momento trabajó codo con codo con los golpistas (Isidro Gomá y todos sus cardenales fueron incansables activistas de esa “cruzada”). Así se consumaba la ruptura y el aniquilamiento de las familias republicanas.

En otras ocasiones, tras ser asesinado el varón, se despojaba de todas las propiedades a su familia y se les obligaba a mendigar de pueblo en pueblo. La mujer se convertía en el sostén emocional de aquella repugnante situación y por ello también en objetivo clave de los golpistas. Hoy por fin comienzan a escucharse los lacerantes testimonios de violaciones, además de los humillantes paseos entre insultos de las “pelonas” (mujeres a las que se rapaba la cabeza y se les obligaba a ingerir aceite de ricino). Esta humillación no era una simple gamberrada como se nos ha querido hacer creer. A la “pelona” no sólo se le despojaba de su cabellera sino también de su feminidad. El dantesco aspecto que ofrecían demostraba su escasa condición femenina por haber sido contagiadas por ese “virus rojo”. Además el aceite de ricino se utilizaba como símbolo de purga interior; evidentemente no era sólo un símbolo ya que el aceite de ricino ocasionaba diarreas incontrolables. De esta manera, sin pelo y bañadas en sus propios excrementos eran paseadas a la vista de sus vecinos para regocijo de quienes apoyaban a los fascistas y como advertencia para todas las demás personas (…).

 

“(…) debería ser crimen contra la humanidad o genocidio en el sentido que originariamente le dio su creador, el jurista polaco Rafael Lemkin, de estado de criminalidad sistemática contra un grupo, o en la acepción que dan nuestros diccionarios: exterminio sistemático de un grupo social por motivos de raza, religión o políticos.” (Francisco Espinosa Maestre).

 

Y si por algo se caracterizó el régimen franco-católico-fascista fue por los fusilamientos (asesinatos) masivos a lo largo de la contienda y durante las dos décadas siguientes de la posguerra. En los denominados meses calientes del 36 (de Julio a Octubre) los dos bandos utilizaron los paseos con sus oponentes. Pero mientras el gobierno republicano condenaba estas actuaciones, el bando fascista empleaba este método en la retaguardia de manera sistemática y silenciado, cuando no aplaudido, por la Iglesia (gran teorizadora del golpe de estado). Desde pueblos donde no se produjo enfrentamiento alguno porque desde el primer momento los fascistas triunfaron en el golpe (Navarra, La Rioja, y un largo etcétera por toda la geografía española) a la venganza posterior llevada a cabo en aquellos lugares donde encontraron resistencia. La confección de listas negras se produjo a lo largo y ancho de todo el país y llevó a las cunetas y a las tapias de los cementerios a decenas de miles de personas. Así España fue llenándose de miles de fosas comunes donde eran amontonados los cuerpos de los asesinados, enterrados sin nombres ni apellidos. Tanto hombres como mujeres fueron arrojados a la gigantesca fosa del silencio  en que se convirtió el país. En muchos casos los camiones con los reos iban acompañados de sacerdotes que dibujaban cruces en el aire tras el tiro de gracia.

Pero el silencio no es eterno y gracias en principio a la perseverancia de las personas que no se han dejado robar el recuerdo de los suyos, se comenzó a mitades de los 70 las primeras excavaciones de las fosas. Desde entonces y sin demasiada ayuda de organismos oficiales, se han llevado a cabo un número cada vez mayor tanto de investigaciones para la búsqueda de estas fosas, como el propio desenterramiento de restos. Y  en cada lugar, de norte a sur, de este a oeste, se ha producido la misma emoción al asomar el primer hueso. Se ha dado la misma mezcla de lágrimas y rabia y muchas personas por fin se reencuentran con su pasado.

 

Y si agradecimiento es lo que debemos a quienes han mantenido viva la llama de la memoria, el mismo agradecimiento merecen los historiadores y estudiosos que investigan por los rincones de ese pasado que nos quiso ser hurtado o mas bien ahogado o enterrado en el silencio. Las personas que defendieron el régimen de la República se merecen el reconocimiento unánime de todas y todos aquellos que creemos que la lucha por la libertad y los derechos de las personas debe ser una lucha diaria como entonces fue el convencimiento de muchos de que se podía cambiar aquél sistema medieval de trabajo en el campo o la propia educación (un tanto por ciento muy elevado de la población no sabía ni leer ni escribir). Fue imprescindible que la solidaridad corriera desde los campos hasta las aulas como una fiebre imparable. Esto no podía ser permitido por los que siempre habían detentado el poder (caciques, ejército, iglesia) y prepararon de nuevo la mordaza para amputar los progresos sociales que se estaban llevando a cabo. Ninguna etapa de la historia de España ha hecho correr tantos ríos de tinta ni de sangre como fue el periodo que abarca desde la proclamación de la segunda República, la guerra civil y las cuatro décadas de régimen franquista. Ningún sistema político ha sido tan silenciado como el periodo de 1931 a 1936; incluido el bienio negro que supuso precisamente y sobre todo en Oviedo, la actuación inaugural de la política represiva de Franco.

 

Quiero dar especialmente las gracias a los autores por brindarme y permitirme este lujo que para mí supone prologar su libro de investigaciones. Con la lectura de sus informaciones uno se siente más cerca de aquellas familias que salían de Calcena hacia los pueblos de Navarra y Soria para trabajar haciendo carbón desde el amanecer hasta bien entrada la noche. A los fabricantes de zapatos de Gotor, Illueca y Brea. A los agricultores y ganaderos de Mesones de Isuela, jornaleros de Oseja , Sestrica y Trasobares. Al médico de Aranda, Jesús Lamuela Manero. Más cerca de todas y todos aquellos que fueron humillados y asesinados por sus esperanzas de cambio en muchos casos y en otros por simples rencillas personales. Y a vosotras, las mujeres, que sufristeis esas humillaciones de manera inhumana.

 

 

Son pasos

que en el suelo dibujan sombras

que en el sol dibujan siluetas

rojas, amarillas, moradas… inquietas.

Flores y lágrimas se hacen palabras

se acaricia el ambiente

hasta enrojecer las palmas

y se besa a los presentes

con un nudo en la garganta y la piel…

en cada grito de rabia.

 

¿Fue al alba?

Quien puso las balas quiso robar el alma

y enterrarla en el silencio con losa macabra

de torturas, destierros, ricinos,

de rapadas,

de amargos futuros que no hablan.

 

Pero el asesino no se lo esperaba.

Los huesos respiran y el aire se pasa

de boca en boca

como una llama.

 

Cierra el nicho, descansa.

 

 

   Enrique Villarreal (Arándiga 15 de noviembre de 2008)

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